martes, 21 de junio de 2011

Desde entonces busco a Lobezno

Entrando en la insigne ciudad, los cuatro viajeros de la línea Universitat-Ovetus se pararon en un semáforo. La dómina del coche se giró y muy seria mirando a los residentes del automóvil de al lado dijo:
-Yo a ese señor le conozco.
Miramos todos inquietados, pues la realidad de ver a alguien conocido en pleno atasco y habiendo entrado a la ciudad nos sorprendió. Vimos entonces a un señor de mediana edad, calvo, ojos claros y con gesto pensativo y solemne. No caíamos ninguno de los tres en la identidad del sujeto en cuestión y la interlocutora nos sacó de dudas:
-Es el de los X-men.
Justo entonces, el profesor Charles Xavier arrancó el coche que, sospechosamente, no tenía tarjeta de minusválido.

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